miércoles, 16 de marzo de 2011

Poemas de alguna vez... (III)

Déjame tomar la mano de la farolera 


Déjame tomar la mano de la farolera

y dar vueltas en circulo
hasta casi no percibir
el fantasma del tiempo.

El reloj dará la medianoche
 y a mi entender
será la hora nona
cuando la tarde se vuelve espectador.

Allí descansará mi sueño de no despertar,
allí seguiré siendo el dado de ocho caras
haciendo que el juego se prolongue
y los grandes se petrifiquen.

Déjame vivir,
si la aurora lo permite,
al margen de los defectos y debilidades del hombre.
Seguir la luz que se mueve en vaivén
en la mano firme de la farolera,
y la noche a los costados.

lunes, 14 de marzo de 2011

Poemas de alguna vez... (II)

De visita

                                                           A Consuelo
           

Extravié el camino a tu recuerdo,
todo el domingo.
Cautiva,
insistentes me llevaron
imaginando que a kilómetros de casa
se olvida la presencia de un cuerpo ausente
que dejó su aroma en el dormitorio y alrededor.

Sobreviví la tarde,
obediente,
entre charlas banales,
jugando el papel de quien se muestra fuerte,
haciendo malabares mis pestañas con la hiel.

Sintonicé,
por casualidad,
una lluvia mental que repetía:
en polvo, en nada.

De regreso a mi isla,
repudié la vana distracción de la seductora diosa,
ignorante de la desdicha de los mortales
quienes aman para ver partir,
quienes parten hacia el infinito bosque
dejando en el camino miguitas de pan 
a los que, vivos, mueren de hambre. 

Poemas de alguna vez...

   Los miles y miles de Teseos

    ¿Cuándo dejarán de presumir
     imágenes de mejillas rasgadas
     de doncellas
     cultivando con sus lágrimas
     lánguidos acantilados?
  
     Mi cabello de oro queriendo atraparte
     surcando el denso viento
     mientras te cubres          huyendo
     con el manto de la imperceptible línea
a   a donde van a morir todos los Héroes.

     Sabré contar desde aquí las estaciones
     esperando la llegada de los faunos
     y pescar juntos, con mis perennes hilos,
     tu coraza oxidada y tu mano
     que saludará afligida.
 
     Mis huesos sepultarán los tuyos
     y crecerá de la amalgama un monstruo biforme
     (mitad traición  mitad espera)
     devorador de hombres.